En esta entrada me gustaría abordar un par de temas que hoy en día están ya completamente relacionados. Por un lado repasaremos lo que se conoce como síndrome facetario para después evaluar un poco sus opciones terapéuticas prestando especial atención a la radiofrecuencia o rizolisis. Os recomiendo la lectura del artículo Pain originating from the lumbar facet joints (Van Kleef et al 2010) del Journal Pain Practice por ser muy esclarecedor al respecto. El síndrome fue descrito por primera vez en 1911 pero no fue hasta el 1933 que se acuñó el nombre de “Síndrome facetario”. Definimos el dolor facetario como aquel que proviene de cualquiera de las estructuras que forma la faceta articular (cápsula fibrosa, membrana sinovial, cartílago hialino y hueso). Habitualmente, el síndrome se da en la zona lumbar estimándose una prevalencia de entre el 5% y el 15% de la población con dolor lumbar. Normalmente es el resultado del estrés repetitivo o microtraumas de baja intensidad que inflaman la articulación. Esta se llena de líquido que estira mecánicamente la cápsula articular produciendo dolor. Está sería la definición en términos generales y dentro de un contexto degenerativo o traumático local. Existen pero también dentro de esta entidad clínica subclases como el “Acute locked facet syndrome”.

La faceta articular está inervada por la división medial del ramo dorsal y cada una recibe inervación dual de segmentos adyacentes. Se caracteriza por un dolor axial, más puntual si la afectación es concreta y mas general si es más extensa.  En función de las facetas afectadas puede ser uni o bilateral. Ocasionalmente el dolor puede desplazarse a la ingle, cadera o al muslo cuando son las facetas de segmentos lumbares altos las que están afectadas. Cuando son los segmentos bajos, típicamente irradia a la parte posterior de la pierna (casi nunca por debajo de la rodilla) (Fig 1). El dolor suele empeorar con los movimientos de la columna en flexión-extensión. Aunque no es el motivo de esta entrada (me lo apunto para un futuro) el diagnóstico diferencial de este síndrome debe incluir otros tipos de dolor axial como el dolor discogénico, el sacroilíaco, lesiones ligamentosas y dolor miofascial. El diagnóstico es especialmente relevante en este caso por ser un dolor tan similar a los mencionados anteriormente. La bibliografía médica, recomienda ampliamente el uso de bloqueos diagnósticos en estos casos y se utiliza tanto el bloqueo por inyección intra-articular como el bloqueo de la división medial del ramo dorsal. Hay que decir pero que los dos procedimientos están asociados a grandes tasas de falsos positivos (del 15% al 40%) y falsos negativos y además no resultan costo-efectivos, aún y así, el bloqueo nervioso de la división medial del ramo dorsal se considera más específica que el bloqueo intra-articular

Estoy convencido que muchos de vosotros veis de forma habitual a pacientes con estas características y estoy seguro que conocéis bien el síndrome. En este blog habitualmente se habla de tratamiento osteopático y de medicina manual, no obstante, e igual que hicimos hace unos meses evaluando el uso de Ozono, hoy quisiera dejar un poco de lado “nuestro campo” para echar una ojeada al tratamiento médico que se da a esta condición. El motivo de ello responde a que constato el uso creciente de estas intervenciones en los pacientes que visito a diario y cada vez en más ocasiones estos me piden opinión al respecto. He encontrado algunas respuestas a través de la lectura de la revisión sistemática Radiofrequency treatment of Facet-related Pain: Evidence and Controversies (2011). Las inyecciones intra-articulares de corticoesteroides han demostrado efectos transitorios en ensayos no controlados pero no han reproducido estos resultados en ensayos controlados. Actualmente el “gold standard” en el tratamiento del dolor facetogénico es el tratamiento con radiofrecuencia (RF). Las ventajas que ofrece este método en relación a otros abordajes neurolíticos es que se puede hacer de forma muy controlada y que es reproducible. Además puede ser repetida sin pérdida de eficacia ya que los efectos son limitados debida a la regeneración nerviosa. Algunos estudios hablan de 12 meses de duración. Otros de 10 meses, tiempo no variable en ninguna de las 3 repeticiones de la intervención a cada paciente. No obstante la selección de los pacientes debe ser óptima para el éxito de la intervención, de ahí la importancia de un buen diagnóstico (realizado a partir de la suma del examen médico, imágenes y bloqueo). Cuanto al tratamiento conservador, se describe un abordaje idílico multidisciplinar consistente en tratamiento farmacológico, terapia cogintivo-comportamental, medicina manual, ejercicio y rehabilitación pero no existen estudios que hayan evaluado estas intervenciones en pacientes con dolor facetario confirmado por bloqueo. Se nos presenta pues una opción de estudio muy interesante para poner a prueba nuestras capacidades en esta condición.

Concluyo de estas lecturas que la Rizolisis, tan de moda últimamente, constituye una herramienta razonablemente útil y segura para tratar casos bien diagnosticados de dolor facetario. Aunque me queda claro también que, aunque se puede repetir en varias ocasiones, el efecto es transitorio y que a lo sumo dura un año. Me aventuro a decir que quizás, la suma de la RF, un buen trabajo activo y terapia manual podrían alargar este mejoría sustancialmente pero esta hipótesis debería acompañarse de un buen ensayo clínico. Quién se anima?

Además de nuestras habilidades y competencias considero muy necesario estar al día de aquellas intervenciones que se usan para tratar a los perfiles de pacientes que vemos. Muchas veces solicitan nuestro consejo al respecto y creo que es mejor admitir no saber la respuesta que no aconsejar sin estar bien informado (sea hacia una dirección o hacia otra). Por otro lado, la información está a nuestro alcance y, si la analizamos críticamente, la podemos usar con total tranquilidad sabiendo que nuestro consejo tiene un fundamento científico. Recordad……seamos research consumers…..