El concepto de Disfunción Somática (DS) ha sido y sigue siendo hoy en día un elemento capital en la práctica y teoría osteopática. La DS constituye la raíz de lo que los osteópatas tratamos y la base racional que justifica nuestro tratamiento manual. Sin embargo, desde las primeras definiciones formuladas por los doctores Denslow y Korr en los años 40 y 50, este concepto ha sido explicado de diferentes formas a medida que se incorporaban nuevos conocimientos en el campo de las ciencias básicas. En una entrada anterior en este Blog, ya se hizo un repaso histórico de diferentes modelos que han existido y sus bases fisiológicas. Si bien últimamente han aparecido nuevos modelos (véase modelo fasciogénico I y II) no es el objetivo de esta entrada ahondar en ellos sino prestar atención a la utilidad y relevancia clínica de este concepto en la época actual. Para ello, me dispongo a analizar y comentar un reciente articulo publicado en el International Journal of Osteopathic Medicine por Gary Fryer (como no podía ser de otra manera). Las aportaciones científicas del Sr. Fryer se caracterizan por el análisis exhaustivo de conceptos osteopáticos clásicos a la luz de la evidencia actual. Por ejemplo, son extensas las aportaciones que ha realizado en el campo de las técnicas de energía muscular (véase esta entrada) llegando incluso a publicar una revisión Cochrane sobre ello. El título del artículo que nos ocupa hoy, “Somatic dysfunction: An osteopathic conundrum” ya deja entrever el contenido del mismo. La palabra “conundrum” puede traducirse como interrogante, enigma o dilema según el contexto. En el caso que nos ocupa, bien podría tener las tres acepciones.
Fryer analiza los signos clínicos atribuidos a la DS y discute su plausibilidad a la vez que presenta un modelo conceptual para la DS intervertebral (expandiendo su propio modelo del año 2003). Sin embargo, lo relevante del artículo, a mi parecer, es que el autor va más allá y discute sobre la relevancia de este concepto en la Osteopatía moderna invitando, de una forma valiente, firme y justificada, a abandonar definitivamente el uso de este término que ha fundamentado la profesión desde su nacimiento, al considerarlo anacrónico y obsoleto. La base del razonamiento de Fryer en relación a la DS es que existe un cuerpo de evidencia sólido, suficiente y actual que explica los signos clínicos y hallazgos palpatorios atribuidos a la DS fuera o más allá del concepto clásico por el que se explican.
Vayamos por partes. La DS es presentada clásicamente como una alteración funcional (de naturaleza reversible) que predispone al cuerpo a la enfermedad y cuyo tratamiento específico es la manipulación. La DS no es sinónimo de dolor espinal y los signos palpables pueden ser encontrados tanto en pacientes sintomáticos como no. Se presupone que la presencia de DS en pacientes asintomáticos acarrea consecuencias biomecánicas y neurológicas que prediponen al individuo al dolor y a problemas de salud. La DS no es considerada una patología sino una alteración funcional.
Educational Council on Osteopathic Principles. Glossary of Osteopathic Terminology (2011)
El modelo de Fryer no presenta la DS como una entidad clínica única y diferenciada sino como el producto de una serie de signos clínicos originados por cambios funcionales en el flujo nociceptivo y comorbilidades pato-anatómicas del tejido asociadas a procesos degenerativos y a daño/estrés tisular. Es decir, en el caso de la DS intervertebral, los cambios tisulares que afectan a las estructuras articulares y discales tienen que ser tomados en cuenta además de los púramente funcionales. Los signos palpables de la DS pueden ser perfectamente causados por alteraciones y/o imflamación de las articulaciones zigapofisarias, implicaciones de los pliegues sinoviales (“entrapment” o “extrapment”), remodelación del tejido conectivo alrededor o en el interior de las articulaciones zigapofisarias y degeneración o protusión de los discos intervertebrales. Aunque otras patologías pueden causar signos palpables parecidos (ej: procesos artríticos) otros elementos en la historia clínica y algunos tests médicos podrían confirmar el diagnóstico. Todas estas afectaciones tisulares estan relacionadas y pueden estar implicadas en dos de los elementos claves del diagnóstico de la DS: los cambios en el rango de movimiento y los cambios en la textura del tejido. A lo largo de la primera parte del artículo, Fryer expone los mecanismos fisiológicos por lo cuales estos fenómenos, de naturaleza pato-anatómica, pueden causar los signos físicos plapables en las supuestas disfunciones somáticas. La segunda parte del artículo se focaliza en lo que denomina cambios funcionales en el flujo nociceptivo como elemento relacionado a los signos clínicos de la DS. Ya en su artículo previo del año 2003, Fryer discutía las teorías primigenias de I.M Korr. Incluso el modelo nociceptivo de la DS descrito por Van Buskirk en el año 90 es, hoy en día, parcialmente discutible a la luz de los conocimientos actuales en el campo de la ciencia del dolor. La base fisiológica de la DS, el segmento facilitado, ha quedado plenamente superado por los conocimientos actuales en relación a los procesos de sensibilización central. Tanto el modelo de Korr como el de Van Buskirk emfatizan los efectos motores simpáticos y los cambios segmentales dando la base racional para el tratamiento manipulativo con efecto doble tanto sobre el componente somático como el visceral por vía refleja. Los procesos de sensibilización central explican la experiencia del dolor desde una perspectiva no solo refleja (medular) sino que incluyen el destacado papel de centros supraespinales. Bajo mi punto de vista, Fryer busca subrayar la naturaleza central de los cambios producidos por una actividad aferente aberrante (predominantemente nociceptiva) superando el caracter localista de los modelos precedentes. Este argumento, plenamente apoyado por la evidencia actual, tiene grandes implicaciones clínicas en el razonamiento clínico del paciente aquejado de dolor y en la manera de abordarlo terapeuticamente. Los cambios locales en el tejido, son explicados por la actividad motora antidrómica de los nociceptores (reflejo de la raíz dorsal) cuyos potenciales de acción son capaces de liberar potentes neuropéptidos que contribuyen a la inflamación neurogénica local y a los procesos de hiperalgesia y allodinia. Este mecanismo ya fue mencionado en el modelo de Van Buskirk bajo el nombre de “actividad nociceptora centrífuga”. Sin embargo, actualmente se sabe que este proceso puede ser participado por eferencias centrales provinientes de la sustancia gris periacueductal, hecho que ensalza de nuevo el carácter central de muchos de los signos periféricos. Por otro lado, los modelos tradicionales proponen que las respuestas somato-viscerales son desencadenadas a partir de reflejos segmentarios vía rutas ascendentes (“bottom up”: periferia – segmento neuronal implicado – periferia). Si bien estos reflejos están documentados y tienen su rol en el control autonómico local, la experiencia del dolor es la mayor causante de la activación de centros superiores responsables de la respuesta autonómica e immune frente al estrés.
En su argumentación, Fryer «dispara» también sobre dos elementos importantes en relación al concepto de DS. Por un lado elimina definitivamente la asimetría de los signos clínicos carcaterísticos de la DS. Tal y como hace tiempo se comentó también en esta entrada, este es un parámetro totalmente arbitrario y especulativo que de ninguna manera puede ser considerado diagnóstico. La asimetría es natural, común y un elemento de confusión (“confounder”) en un proceso de diagnóstico clínico. Como tal, debe ser tomada en cuenta como un elemento menor a excepción de casos extremos. En segundo lugar, Fryer, un especialista investigador sobre este tema, profundiza en los supuestos efectos que la DS tiene sobre el tono muscular aportando distintos datos extraídos de estudios realizados con pacientes afectados de dolor lumbar y cervical tanto agudo como crónico. El llamado reflejo muscular de defensa parece difícil de obtener a menos que exista un daño importante en estructuras espinales profundas y parece tener más relación con comportamientos de hipervigilancia y miedo que no con un daño o alteración estructural segmentaria. Por otro lado, el dolor espinal está más bien asociado a una atrofia de la musculatura profunda, elemento que, por otra parte, también contribuye a una palpación alterada de la zona.
Sin embargo, como avanzábamos al principio de la entrada, la parte más “jugosa” del artículo es la tercera, donde el autor reflexiona sobre la relevancia del término en la era moderna y sobre la necesidad de abandonarlo definitivamente. Puesto que los signos clínicos atribuibles a la DS pueden ser explicados y justificados por los mecanismos antes citados (mecanismos bien identificados en la literatura científica actual) deja de tener sentido el empleo de un término alternativo de uso exclusivo entre los osteópatas. Según Fryer, el término DS es un término vago que carece de una patofisiología clara y por ello tiene poco valor cuando existen descriptores mucho más precisos. Entre osteópatas, comunicar la presencia de DS en un paciente informa más bien poco de lo que está realmente sucediendo y ya no digamos entre otros profesionales de la salud que ni tan siquiera están familiarizados con esta terminología. A todo ello se le suma la más que comprobada falta de fiabilidad diagnóstica en relación a la mayoría de indicadores clínicos que anuncian la presencia de DS en un paciente. La palpación de zonas sensibles (“tenderness”) a nivel espinal tiene una aceptable fiabilidad interexaminador pero la fiabilidad en la detección de zonas de restricción de mobilidad o cambio en la textura de los tejidos es francamente pobre. No hablemos ya de la asimetría.
Finalmente, Fryer se alinea con tantos otros autores que alertan de las consecuencias perniciosas que tiene el uso de un lenguaje que transmita al paciente la noción de deterioro o desorden esturctural importante. Este tipo de lenguaje conlleva comportamientos de miedo-evitación, catastrofismo y una innecesaria dependencia del tratamiento. Esta reflexión incluye no únicamente el término Disfunción Somática sino toda la terminología posicional heredada del modelo biomecánico de Fryette de los años 50. Siendo este modelo altamente superado y desacreditado, mantener el uso de este lenguaje es, según Fryer, anacrónico y potencialmente dañino.
El “estallido” de la neurociencia y de la pain science, ha agitado y mucho todas las disciplinas sanitarias en los últimos años. En especial aquellas que lidian con pacientes aquejados de dolor crónico. Los avances en el conocimiento de este campo han sido mayúsculos y obligan a replantear de cabo a rabo modelos terapéuticos muy arraigados. La Osteopatia no puede ser ajena a estos nuevos conocimientos aunque ello conlleve una reflexión profunda de los propios cimientos de esta disciplina. Aún más cuando utilizamos palabras tipo globalidad, holísmo y/o biopsicosocial. Hoy en día, estos términos tienen un significado compleamente distinto del que originalmente se ha utilizado en la jerga osteopática y ello implica, entre otras cosas, reconocer el carácter central de muchos de los signos clínicos de nuestros pacientes e incluso de muchos de los hallazgos físicos que detectamos con nuestras manos. Es obvio decir, que si hacemos este paso, el siguiente debe ser adaptar nuestro enfoque terapéutico a estas situaciones.
En mi opinión, este es un artículo relevante, sólido, necesario y (porque no decirlo) previsible. Era cuestión de tiempo que alguna de las figuras relevantes de la Osteopatía moderna se “atreviera” a desmitificar un elemento tan crucial como controvertido en el pensamiento y filosofía osteopática. A mi parecer, la autocrítica fundamentada, como la que hace el Sr. Fryer, es un admirable ejercicio de responsabilidad para con la profesión y una lección de madurez científica e intelectual. Esta es la Osteopatía que yo quiero, una Osteopatía que aprende de otras disciplinas y que se replantea a si misma contínuamente. Una Osteopatía que, sin menospreciar lo recorrido hasta nuestros días, tiene la valentía de dejar atrás lo que hoy en día ya no tiene fundamento y se transforma en algo que se explica por los cauces científicos y no por la creencia o la tradición. Se sabe que la translacionalidad de los avances científicos al entorno clínico rutinario conlleva años a partir de la primera recomendación. Los términos disfunción somática, lesión osteopática y sus declinaciones posicionales están tan arraigados a la profesión que es altamente improbable que deje de utilizarse en los años venideros. Una vez más, los docentes, tenemos la llave para conseguir que eso suceda de una forma más rápida o más lenta. Es nuestra responsabilidad. Yo por mi parte, me pongo a ello.
Otras entradas de la serie «A revisión»:
Ya es hora que desaparezca la osteopatia basada en la excelencia…
Gracias Osteo por comentar
La excelencia es buena y muy necesaria en Osteopatía. A mi entender, lo que debe ir cambiando es la Osteopatía basada en la creencia. Eso por si mismo, ya dará excelencia a la profesión.
Un Saludo
Hola Gerard, hace tiempo te dije que algún día te escribiría en la biblioteca de la EOB. Pues aquí estoy. Primero agradecer la labor que desempeñas como docente. Muy orgulloso estoy de haber sido alumno tuyo. También por la inmensa labor que llevas a cabo como investigador y por último, por escribir estos posts que tanto nos gusta leer.
Sin duda, no se me escapa que algunas de las explicaciones y dogmas que tan arraigados tiene la osteopatía deben ser sometidos a riguroso análisis. Como bien dices, hace falta mucho tiempo para evolucionar la profesión y adaptarla a los tiempos presentes, más si cabe cuando estás harto de repetirnos la importancia que tiene para no quedarnos a la zaga de otras disciplinas que si lo hacen, o como mínimo, con más éxito que la nuestra (de momento).
Dicho esto, estoy de acuerdo con las nuevas corrientes que llevan a pensar que la «fascia» y todo lo que esto implica, son el campo a investigar. El modelo nociceptivo es coherente y mucha literatura hay detrás que lo avala. Los avances son grandes en este campo y todavía queda mucho que hacer. Hoy en día no se entiende la anatomía sin la fascia y todos los componentes y vías que esto abarca. Pero no es menos cierto que es complejísimo en sí.
En cuanto a la relevancia que tienen los centros superiores en la nocicepción, el obstáculo más evidente para la terapia manual es la complejidad que supone la adaptación de las técnicas para llegar a incidir en ello. Es más facil abordar un segmento, no solo con manipulación sinó con técnicas funcionales, Jones, Mitchell,etc..que pensar que debes incidir en núcleos corticales o incluso vías ascendentes o descendentes medulares con técnicas osteopáticas para llegar a reducir la DS.
En cuanto a lo que comentas de que los signos de la DS pueden ser causados por inflamación de las zigapofisarias, degeneración o protusión discal, inflamación o restricción capsular articular, etc, estoy totalmente de acuerdo, pero desconozco cuál puede ser la prueba gold standar que nos haga saber a pie de camilla cuál es la causa real de la patología que trataremos en esa visita. Parece que deberíamos tener siempre a mano pruebas de imagen que apoyaran nuestro DD siempre no?
Tu punto de vista es importante!
Un abrazo
Dídac
Gracias Dídac por tu cus comentarios y bienvenido al Blog
Es cierto que en los últimos años, el conocimiento y comprensión de lo que es la fascia, su esturctura y rol fisiológico ha aumentado considerablemente. Sin embargo, temo que ello de pie a «encumbrar» la fascia como la nueva responsable de todos los males o solución a todos los problemas. El modelo fasciogénico de Tozzi es para mi difícil de comprender y de aceptar completamente pese a que reconozco que introduce distintos puntos de reflexión interesantes para nosotros osteópatas. En resumen, la biología tanto en salud como en patología es compleja y es difícil de creer que sea un único elemento el responsable de que el equilibrio «se rompa».
Respecto a la pregunta sobre cómo influir en los centros superiores de control, te diré que solo teniéndolos en cuenta ya habrás cambiado mucho tu perspectiva. Nuestro abordaje manual actua desde la periferia pero lo que quiere decirnos Fryer en este artículo es que los efectos obtenidos no son fruto únicamente del trabajo local o reflejo sino de la reacción del sistema nervioso central a los imputs interoceptivos que provocamos. Por otro lado, sabiendo el papel destacado de estos centros supraespinales, és lícito ponderar la importancia de otros imputs de índole no manual en el resultado final obtenido. Aquí entran las creencias del pacientes, su cultura, sus miedos, sus expectativas. También interviene su estilo de vida, sus relaciones, su manera de interactuar con los demás…etc. el modo en que nos comunicamos con el paciente, el modo en que le explicamos lo que le puede estar pasando y el grado de empoderamiento que le podamos dar es tanto o más relevante que el trabajo físico manual que practicamos. Este es el verdadero cambio de perspectiva que hay que afrontar a la luz de los conocimientos actuales.
Finalmente, respecto a pruebas «gold standard» para el diagnóstico de los cambios patomecánicos a nivel vertebral, te diré que no lo hay, a menos que estos sean importantes. Quiero decir que, aunque la palpación haya demostrado poco fiabilidad en la detección de estos cambios, es a dia de hoy la mejor herramienta con la que contamos. Una manera de mejorar esa fiabilidad es la de protocolarizar mucho la exploración, sistematizarla y sobretodo, no fiar el diagnóstico únicamente a las percepciones palpatorias. La historia clínica más algunas pruebas específicas son también de gran relevancia. Como siempre, al final, tenemos que acostumbrarnos a lidiar en situaciones de incertidumbre de una manera lo más neutra posible.
Un saludo fuerte y no dejes nunca de hacerte preguntas!
[…] revolucionado todas las terapias físicas en los últimos 20-30 años. Tal y como apuntábamos en nuestra última entrada en el Blog acerca de la Disfunción Somática, la Osteopatía no puede permanecer ajena a estos […]
[…] han permitido dejar atrás algunas creencias y teorías antiguas en las que se han basado muchos conceptos osteopáticos. Pero para saber eso, bastaba con leer a Bialosky y […]
[…] La Disfunción Somática a revisión […]
Muy interesante y revelador el artículo, enhorabuena por el trabajo 🙂
He leído con atenciòn y perdonad per estáis hablando de dolor crónico desde el principio y su abordaje con diferentes técnicas de terapia manual no es así? Mucho me temo que el camino para su abordaje no es la osteopatia… creo que va mucho más allá de la terapia manual, entre otras cosas porque ya sabemos que en dolor crónico esta tiene muy poca eficacia. A mi manera de ver, la osteopatia no tiene nada que ver con este campo que la Fisioterapia ha y está desarrollando gracias al trabajo de los equipos de investigación internacionales. La terapia manual no ofrece resultados en dolor crónico, necesita de otro tipo de abordajes y manejo de conceptos que desde luego no son propios de la osteopatia.
Hola Kinetic
Gracias por tu comentario. Respeto tu opinión y yo tmb creo que la terapia manual por si sola es insuficiente en los casos de dolor crónico. Discrepo en que no aporte nada o no ofrezca ningún resultado, pero si coincido en que debe integrarse en un paquete terapéutico mucho más amplio en el que sobretodo, el ejercicio, esté presente. De todas, maneras y ya que comentas en este post, recomendarte la lectura de los dos últimos artículos del mismo Gary Fryer donde expone el cambio de paradigma en el campo de la Osteopatía para poder hacer frente de forma efectiva a dichas presentaciones. Es posible que tengas una visión limitada de la Osteopatía.
Fryer G. Integrating osteopathic approaches based on biopsychosocial therapeutic mechanisms. Part 1: The mechanisms. International Journal of Osteopathic Medicine. 2017;25:30-41. doi:10.1016/j.ijosm.2017.05.002.
Fryer G. Integrating osteopathic approaches based on biopsychosocial therapeutic mechanisms. Part 2: Clinical approach. International Journal of Osteopathic Medicine. 2017;26:36-43. doi:10.1016/j.ijosm.2017.05.001.
Un saludo
En el dolor crónico no se puede esperar soluciones con un solo tipo de terapias.
De otro modo, no sería crónico.
Pero sí se puede asociar a otras terapias como la reflexología, acupuntura, auriculoterapia y la mejor para mi que es la magnetoterapia.
Siempre teniendo en cuentra que por ahora y solo por ahora la alopatía lleva a la cabeza de las apuestas de soluciones, su mochila de principios activos.
Ellos también han fracasado en dolencias crónicas.
Nada es descartable para los pacientes que sufren.
Lo importante, es que los terapeutas apliquen sus concimientos a full y que se actualicen de manera constante.-
Una entrada necesaria que roza lo perfecto.
Estoy haciendo un master de Osteopatia y Terapia manual en la UCAM y más de un día salgo súper indignado con el, pensando en dejarlo cuando uno de los DOCENTES comenta que la evidencia científica no es siempre creíble, que en él manda la evidencia clínica. Tras esto comentó algo de unas piedras y un pañuelo blanco que te ponías en el cuello para que no te doliera la garganta (algo que le había comentado un compi y que él decía que si al compi le funciona él lo probaría…).. mis compañeros comenzaron a reír pero a mi no me hizo ninguna gracia a lo que repliqué que no me extrañaba el debate que hay hoy día con la osteopatia y que si todos funcionáramos así, no podríamos decir nada cuando nos dijeran chamanes. Se quedó callado y quizás reflexionó.
A esto me refiero.. Mientras haya docentes en las aulas que no se adapten a los nuevos estudios, ni alumnos con suficiente criterio como para no aceptar que todo sea válido, se seguirá hablando de DS, y quedará mucho por crecer
Gracias Fran por tu comentario
Estoy muy de acuerdo con tus palabras. Necesitamos que el modelo y paradigma académico deje de estar tan plenamente fundamentado en la creencia para introducir progresivamente el análisis crítico de nuestras metodologías. Efectivamente, si el cambio no empieza en las aulas, este no va a llegar. Hace un tiempo reflexioné sobre el porque no sucede en esta entrada. Si, queda mucho por hacer
Un saludo
Pues con el COVID-19, la Medicina autodenominada Científica se ha posicionado de esa manera, a mi entender, impropia, la verdad clínica antes que la verdad del experimento bien diseñado de esa clínica, sabedores de lo que da de sí, y lo que no da, cada diseño de investigación. La desesperación y falta de éxito clínico y no disponer de modelos explicativos de primer orden, llevan a este tipo de posicionamiento s. No tiene otro nombre que ignorancia y miedo.
En el dolor crónico no se puede esperar soluciones con un solo tipo de terapias.
De otro modo, no sería crónico.
Pero sí se puede asociar a otras terapias como la reflexología, acupuntura, auriculoterapia y la mejor para mi que es la magnetoterapia.
Siempre teniendo en cuentra que por ahora y solo por ahora la alopatía lleva a la cabeza de las apuestas de soluciones, su mochila de principios activos.
Ellos también han fracasado en dolencias crónicas.
Nada es descartable para los pacientes que sufren.
Lo importante, es que los terapeutas apliquen sus concimientos a full y que se actualicen de manera constante.-
Benvolgut Gerard. Interessant “paper” del G. Fryer, com no menys interessants les teves interpretacions al respecte.
Estic molt d’acord en que hem d’evolucionar el concepte de DS, així com reflexionar sobre l’eficàcia de les tècniques palpatories.
De totes formes, estic convençut que molt aviat la investigació osteopàtica ens aportarà millories en el diagnòstic de les macrolesions (posicionals) amb mètodes d’imatge que ens donarà noves perspectives al voltant d’aquest concepte.
Gràcies Joan pel teu comentari
Estrem doncs molt atents a aquestes «investigacions osteopàtiques». Crec que és complexe avui per avui seguir justificant l’ús d’aquest terme
Una abraçada
Nuestros predecesores intentaron dar solución a los problemas que observaban en su entorno. De esa observación, nacieron múltiples explicaciones construidas en función de las herramientas de estudio disponibles. Actualmente nuestra capacidad de observar el funcionamiento del SNC ha mejorado (aunque aún no es del todo fiable), como también la integración del entorno en la construcción de la experiencia dolorosa. Es imposible dejar de lado estos nuevos conocimientos, debemos abrazarlos para construir y seguir adelante. Gracias por tu aporte. Buen día
Gracias Epachec por tu comentario
Estoy muy de acuerdo en entender la perspectiva histórica del término para entender como hemos llegado aquí. Hay que decir también que somos una profesión con dificultades para abandonar o incluso cuestionar según que elementos críticos de nuestro abordaje. Esperemos que poco a poco esta adaptación a los nuevos conocimientos sea más la norma y no la excepción.
Gracias