Los que me conocéis sabéis de mi interés acerca del comportamiento mecánico de las llamadas charnelas vertebrales así como de sus importantísimas relaciones neurológicas (especialmente autonómicas). En mi práctica habitual constato con frecuencia la implicación de estas zonas de intersección tanto como fuente de clínica, como áreas de compensación a patrones biomecánicos alterados o a lesiones concretas.

Inexplicablemente no se dispone (o yo no he encontrado) de mucha bibliografía o evidencia de su comportamiento. Existen algunas teorías que tratan de explicar su comportamiento en el conjunto del raquis pero todavía no he encontrado ningún estudio suficientemente amplio acerca de este tema o específicamente centrado en este tema (cualquier aportación será bienvenida).

Una de mis teorías preferidas proviene de la osteópata Caroline Stone y de su primer libro “Science in the art of Osteopathy”. En él aborda la importancia de las charnelas vertebrales como zonas donde el eje de rotación global de cada curvatura cambia. De esta manera, el eje global a nivel cervical se encuentra por detrás de las vértebras cervicales, a nivel C/D traspasa anteriormente el canal medular y se posiciona por delante del plano facetario volviendo otra vez a detrás al traspasar la charnela T/L. La estructura espinal en forma de curvas y el mecanismo de disipación de carga mecánica a través de movimientos oscilatorios (rotaciones) entre los diferentes elementos vertebrales, hace que  el eje global de rotación tenga mucha importancia en el duro trabajo de soportar la gravedad. En este mecanismo, las charnelas juegan un papel fundamental al poder, gracias a su estructura anatómica particular (facetaria), facilitar el movimiento oscilatorio. Según Caroline, las disfunciones en las charnelas, son frecuentemente la causa de dolores en zonas vertebrales inter-arco.
Cualquier cambio de curva implica un cambio en la orientación facetaria y eso hace de las vértebras de transición estructuras anatómicas únicas que se ven forzadas a lidiar con dos vectores mecánicos de movimiento actuando en planos distintos. Eso hace que no sean zonas especialmente móviles pero que su movilidad sea esencial para el comportamiento de las curvaturas que unen. Sumado a este aspecto, existe muchísima variación en la orientación facetaria que, por si misma, es causa ya de disfunciones a este nivel. Podéis ampliar esta información, centrada en los cambios zigapofisarios de la charnela T/L, en estos dos artículos T/L1 y T/L2

Michel Dufour y Michel Pillu en su libro Biomecánica Funcional dedican un capítulo entero a las zonas de charnela y repasan las principales características de cada una de ellas. Hablan de la charnela T/L cómo la “rótula funcional”, cómo una zona de movimiento neutro alrededor de la cual se realiza el movimiento torácico y lumbar, especialmente en las rotaciones. La estabilidad de la T/L está sujeta al equilibrio de presiones de las cavidades abdominal y torácica y de los elementos de mantenimiento que inciden en ella (especialmente diafragma). Es una zona especialmente vulnerable, siendo T12 una vértebra débil a los mecanismos de compresión (con un riesgo de fracturas algo mayor). No obstante, su posición respecto al eje de gravedad natural hace que en bipedestación esté poco sujeta a movimientos de palanca larga aunque si soporta carga en la posición de sedestación

En este punto vale la pena introducir el Síndrome de la charnela dorso-lumbar descrito por R. Maigne en 1972. Maigne describe el síndrome D/L como origen de al menos el 30% de las lumbálgias comunes que se ven en consulta definiéndola como una “lumbálgia baja de origen alto”. La clínica en la zona lumbo-sacra o sacro-ilíaca viene dada por neuralgias toracolumbares cuando la charnela presenta su conocido “Desarreglo doloroso intervertebral menor”. Personalmente no soy muy fan del señor Maigne pero en este aspecto coincido en la implicación de las disfunciones T/L en algunas presentaciones lumbopélvicas comunes y lo he constatado en varias ocasiones en la consulta. Podéis ampliar la información sobre este síndrome en estos dos archivos. Maigne1 / Maigne2

En mi consulta, la exploración, valoración y tratamiento de las charnelas vertebrales (C0/C1-C/D-T/L-LS) es algo muy frecuente y en ellas encuentro a menudo un buena puerta de entrada a la resolución de la problemática del paciente. Aunque son elementos tremendamente adaptativos, su situación estratégica en el conjunto del organismo, hace que su tratamiento provoque cambios a muchos niveles. Algunas veces facilitándonos el camino de la mejora, otras veces haciendo más visibles los problemas más primarios. Su implicación autonómica, especialmente sobre las variaciones del tono vasomotor a las extremidades, es una herramienta muy útil para mejorar el dinamismo fluídico a problemas periféricos y su papel mecánico en el modelo de disipación de carga ayuda mucho a trabajar en según que morfotipos corporales.

Cuál es vuestra experiencia con las charnelas? las tenéis en cuenta en vuestro abordaje osteopático?

Espero que os sirva esta entrada. Prometo otra sobre la charnela cervicodorsal, mi preferida…..