Hace unas semanas recibí una llamada. Era Vicente Lloret Vicedo, fisioterapeuta valenciano conocido en la red por su blog Diario de un fisioterapeuta y por ser uno de los fundadores de la Asociación Fisioterapia Sin Red. Nuestro contacto se produjo a raíz de dos simples tweets el día 22 de Abril.

Captura de pantalla 2013-05-11 a les 18.13.31

En pocas horas Vicente me estaba proponiendo la entrada que estáis leyendo la cual está hermandada con esta entrada escrita por él.
Los que conocéis este blog, sabéis que tiene un carácter predominantemente clínico y que con él pretendo trabajar por y para la Osteopatía desde dónde yo creo que hay que hacerlo, desde su potencial terapéutico, desde su poca pero creciente evidencia científica, y desde la convicción que es una disciplina que puede aportar mucho a los pacientes. Aún así, es imposible estar absolutamente ajeno a las disputas y riñas que históricamente acompañan al binomio Fisioterapia-Osteopatía en nuestro país, es inevitable hablar de ello en algún momento y casi imposible obviar su existencia. El resultado han sido ríos de tinta escritos sobre este tema y acaloradas discusiones que, dicho sea de paso, casi nunca se han dado con la objetividad y el respeto que sería deseable. Siempre he procurado en este espacio dejar estas discusiones a un lado y centrarme en aspectos clínicos, no obstante, esta vez, me permitiré dar mi opinión, con la humilde intención de dar algún paso adelante en lo que parece ser un callejón sin salida.

Normalmente cuando se aborda este tema siempre se recurre a la historia, yo mismo lo he hecho en alguna ocasión. Se buscan culpables en el desarrollo de ambas profesiones en nuestro país analizando las aportaciones que una a hecho a la otra y viceversa. Se utilizan palabras como simbiosis, parasitismo, dependencia, conveniencia…etc. En segundo lugar se analizan las realidades extranjeras. Unos pretenden legitimidad con eso y otros argumentan que la situación no es “exportable” a nuestro país. Acto seguido se recurre a la ley para zanjar de una vez por todas la discusión parafraseando y “copiando y pegando” las leyes, resoluciones y decretos que más convenga destacar en cada momento.

Bien, todo esto ya esta hecho y no parece que hayamos avanzado mucho. De forma cíclica vuelve el debate y la realidad “del conflicto” se presenta tan estancada como siempre. No quiero quitar importancia al debate identitario ni restar méritos a los que trabajan en este sentido para dar reconocimiento tanto a una como a otra profesión. Su labor es encomiable y hay que agradecer los esfuerzos que se realizan en pro de los muchos que estamos detrás beneficiándonos de ello. Mi opinión es clara al respecto, son realidades distintas, con orígenes distintos, fundamentos distintos y abordajes parecidos y absolutamente complementarios.

Sin embargo, el interés de Vicente y el mío con estas entradas, no es dar más vueltas a lo mismo. Probablemente tanto él como yo tendríamos perspectivas distintas pero eso es lo de menos. Cada uno es bien libre de pensar como quiera y ningún debate de este estilo va a cambiar su forma de pensar, ni lo pretendemos. Algunos por convicción, otros porque han invertido mucho dinero en su “identidad” y otros porque sienten refugio en la pertenencia al grupo (sea cual fuere).

No obstante hay otros que, cansados de la “política”, vemos dos profesiones que suman más que dos profesiones enfrentadas. Vemos el potencial terapéutico del trabajo conjunto más que la invasión de competencias. Vemos la oportunidad de aprender y compartir, más que el riesgo a que nos roben el conocimiento. Vemos a pacientes mejor atendidos y asesorados en su tratamiento. Vemos interdisciplinariedad. Vemos un creciente reconocimiento de la medicina manual. Vemos la opción de no tener que abarcar/conocer todo y de ser cada uno el mejor en su campo. En definitiva, vemos dos caminos paralelos con multitud de objetivos comunes. Solo se necesita un poco de humildad, mentes abiertas, manos tendidas y menos “ombliguismo”……. Somos capaces?

Desde este Blog quiero dar mi visión como Osteópata. Intento estar actualizado en relación a lo que acontece a mi profesión así como a todos aquellos aspectos, avances y enfoques terapéuticos que la puedan enriquecer o que me hagan mejor terapeuta. La Osteopatía tiene un largo camino por recorrer y es una disciplina joven en nuestro país. Vamos avanzando y debemos hacerlo con convicción, tranquilidad y evitando desgastes innecesarios. Yo soy de los que piensa que sólo llegará al reconocimiento a partir de los logros clínicos y científicos de la propia profesión por lo que procuro concentrarme en ellos. Por otro lado veo una Fisioterapia que avanza a pasos agigantados, una Fisioterapia que ha madurado mucho respecto a los años en que yo la conocí y que ha progresado quitándose de encima el lastre que históricamente la inmovilizaba. Lo celebro y me arrimo a estos avances y a la gente que los está llevando a cabo. Porque no? Esto incrementa las opciones terapéuticas de mis pacientes, se me ofrecen alternativas para aquellas situaciones donde yo no puedo aportar más y se me brinda una oportunidad de aprender. Insisto, una cosa es la política y el marco legal y otra el crecimiento profesional de cada uno. Ambas cosas son importantes, pero al final del día, lo que percibo es que el enfrentamiento resta potencial a las dos disciplinas

Que cada uno se defina y se sienta como quiera, tengamos respeto los unos por los otros, discutamos de vez en cuando si es necesario pero estemos por encima de estas riñas y tengamos altitud de miras. Somos clínicos, tratamos pacientes y usamos las manos. Que cada uno preserve su particular manera de aproximarse al paciente, sus paradigmas, su proceder en el razonamiento clínico, su identidad y su historia. No obstante colaboremos, hablemos, aprendamos, conozcamos y trabajemos conjuntamente para una mejor atención a los pacientes.

Pasemos a la segunda fase…….Todos, absolutamente todos, saldremos beneficiados.