¿Qué es la Osteopatía?
Definir de forma categórica que es la Osteopatía siempre ha supuesto una dificultad a quienes lo han intentado y son diversas las definiciones que habitualmente se usan y todas ellas normalmente parten de los principios osteopáticos que formuló el Dr Still a finales del siglo XIX. Aunque en su esencia estos principios siguen siendo perfectamente válidos, a menudo se echa de menos una visión o interpretación contemporánea de estos, un siglo después de que fueron formulados. A continuación se ofrece una descripción del concepto osteopático bajo una perspectiva personal. Dicha explicación, es fruto de la reflexión sobre los principios, nuestras experiencias personales en la práctica clínica con los pacientes y la inquietud de encontrar una fórmula actualizada de hacer entender a los demás que es lo que un osteópata hace.
Como postuló el Dr Still, el aspecto fundamental reside en poner el foco del abordaje terapéutico en la salud y no en la enfermedad o en la disfunción. El Osteópata persigue en todo momento entender como el organismo se organiza para permanecer saludable y su objetivo es ayudarle a conseguirlo. Todo ello bajo el precepto de que la salud no es un estado, sino un ajuste dinámico del equilibrio, que fluctúa constantemente, estableciendo en el organismo adaptaciones y compensaciones que le permitan mantenerse homeostático. El Osteópata busca en sus pacientes comprender y leer la estrategia adaptativa (lesión total osteopática HH Fryette) que el organismo está desarrollando frente al elemento o elementos perturbadores que lo desequilibran (Alostasis o carga alostática). Dichos elementos pueden ser multifactoriales y incluyen todas aquellas alteraciones (disfunciones) de la salud. Son por lo tanto elementos físicos, químicos, emocionales, ambientales, hereditarios, sociales…etc.
En todas las definiciones sobre la Osteopatía aparece el axioma también formulado por el Dr Still “La estructura gobierna la función” como piedra angular de este abordaje asistencial. Este axioma nos explica la importancia de la relación anatomo-fisiológica en los tejidos humanos los cuales necesitan estructurar-se de una determinada manera para desarrollar con éxito su función. El estudio de la anatomía y sus relaciones es fundamental para el osteópata y este sobreviene especialmente relevante cuando se hace bajo la perspectiva de la funcionalidad de aquel tejido, sistema o estructura corporal. Bajo este prisma, el osteópata explora y trata manualmente la anatomía del paciente, buscando una mejor relación con aquellas estructuras y tejidos que permitirán restaurar la funcionalidad perdida y con ello, la mejora de los síntomas. Uno de los principales objetivos en conseguir esta buena relación anatómica consiste en “proveer de movilidad” dichas estructuras, especialmente cuando se trabaja sobre articulaciones, suturas, órganos, aponeurosis y tejidos de sostén.
No obstante, la integridad anatómica y la función fisiológica precisa enormemente de una red de suministro metabólico, vascular, neurológico, inmunológico y endocrino para su óptimo rendimiento homeostático. He aquí otro de los pilares fundamentales sobre los que se aposenta el abordaje osteopático. Sea cual sea la interferencia que impida a estos elementos dotar a los tejidos de su funcionalidad ocasionará al organismo la necesidad de adaptarse en busca de un nuevo equilibrio. Así que el abordaje osteopático al paciente, combina la búsqueda de las correctas relaciones biomecánicas entre estructuras y sistemas corporales, junto con la optimización del aporte vascular y neurológico a estas. En multitud de ocasiones, estos dos objetivos convergen, cuando son las disfunciones biomecánicas causa implicada en la interferencia en el flujo fluídico o neurológico. Una vez más, la exploración y tratamiento de estas disfunciones, debe abordar el conjunto del organismo a partir de la interpretación que se haga de la historia clínica y de los signos y síntomas que el paciente presenta
La Osteopatía es una terapéutica poco intervencionista en el sentido que no busca la “curación” al mal que padece el paciente sino que ayuda al propio organismo a que desempeñe su potencial inherente de restauración de salud. Para ello, y como se ha descrito anteriormente, los tejidos precisan de una funcionalidad concreta la cual no siempre es posible restaurar vía manual. Como cualquier medicina, la Osteopatía tiene limitaciones y aunque a veces se le otorga unas capacidades casi infinitas es importante saber cuales son las indicaciones, cuales las contraindicaciones y cuando el tratamiento es más exitoso con la suma de la acción de otro/s professional/les.
De forma ideal el Osteópata busca comprender y hallar la disfunción o disfunciones que han creado el patrón lesional y presentación del paciente (lesión primaria). Desde un punto de vista purista, el tratamiento se debe focalizar allí, tratar de resolver dichas disfunciones y con ello esperar la resolución de las adaptaciones y compensaciones que han provocado la fatiga del sistema y la aparición de la clínica. No obstante existen varias situaciones en las que el clásico “Find it, fix it and leave it alone” no es aplicable o no suficiente. A menudo el origen del patrón del paciente se halla en una lesión irreparable del tejido tal como una cirugía, una alteración congénita o un proceso degenerativo avanzado. En otras ocasiones, el paciente lleva tanto tiempo con un patrón adaptativo concreto que las propias adaptaciones (en principio reversibles) son disfunciones en si mismas que crean clínica y nuevas alteraciones. En estos casos el objetivo del osteópata varia ligeramente aunque mantiene intactos los principios terapéuticos. En estos casos, cuando la resolución de la lesión primaria es inalcanzable, el osteópata trabaja sobre aquellos componentes del organismo que permitirán al paciente adaptarse lo mejor posible a su problema. Persigue potenciar la capacidad de adaptarse y compensar adecuadamente su/s lesión/es.
En mi opinión, el motivo por el qual la Osteopatía resulta difícil de definir reside en un hecho que es a su vez su gran virtud y su gran enemigo. La Osteopatía es una medicina sobre la cual se aplica una filosofía terapéutica. Dicha filosofía se basa en los principios formulados por A.T Still pero permite una interpretación subjetiva a cada osteópata en función de su abordaje, y su visión del paciente. Eso implica que hay tanta osteopatía como osteópatas hay. Consideramos a cada paciente un sujeto único, con una historia única y en un momento concreto de su proceso. La medicina osteopática, aunque tiene unas líneas generales de actuación definidas, no posee protocolos de actuación y cada tratamiento es único e irrepetible aunque dos pacientes presenten la misma clínica. Según mi parecer, esta visión del “acto terapéutico”, esta personalización del tratamiento, contribuye enormemente al éxito del abordaje osteopático ya que ni todas las personas son iguales ni se ven afectadas de la misma manera ante las disfunciones que sufren. Por otro lado, esa imposibilidad de objetivar y protocolizar nuestra terapéutica, provoca una extrema variedad de abordajes que, no solo dificulta la definición de lo que hacemos, sino que además a menudo genera desconfianza entre otros profesionales sanitarios y pacientes que ven grandes diferencias entre osteópatas.
La Osteopatía es una terapéutica que precisa tiempo con el paciente, tiempo para comprender los “secretos” que esconde su motivo de consulta y tiempo para establecer un diálogo palpatorio con los tejidos. Es una medicina joven, con un futuro prometedor, pero con grandes retos por delante. El reto de buscar el equilibrio entre la gran diversidad de abordajes, el reto de unir el colectivo bajo unos estandares de calidad académica y profesional de alto nivel, el reto de acercarnos al método científico sin perder la esencia de los principios osteopáticos, el reto de transmitir los preceptos de los clásicos pero con la valentía de cuestionarlos continuamente, el reto de escribir, el reto de alejarnos del “oscurantismo” terapéutico, el reto de dar a conocer lo que hacemos a pacientes y profesionales sanitarios, el reto de regular la profesión y sobretodo, de hacerlo como profesión sanitaria de primera intención.