Entre muchas de las indicaciones por las que los pacientes visitan al osteópata encontramos el dolor coccígeo. La incomodidad que representa para el paciente, más la intensidad aguda del dolor que muchas veces acompaña estas presentaciones, provocan que los pacientes que no han tenido una buena resolución con tratamientos previos acudan al osteópata en busca de ayuda. Si bien el osteópata tiene ciertos recursos técnicos para tratar estos pacientes, debido a su complejidad, debemos entender bien los pormenores de esta condición clínica y saber interpretar la idoneidad o no de nuestra intervención. Aprovechando que el invierno (y con él la temporada de snowboard) se acerca, me ha parecido un buen momento para mirar de forma detallada al dolor coccígeo, analizar lo que la literatura nos dice al respecto y opinar acerca de nuestro papel clínico, siempre con la intención de aportar datos tanto a los profesionales como a los pacientes que se acerquen a este blog.
La Coccigodínia (término introducido por Simpson en 1859) se define como un desorden doloroso del cóccix para el que diferenciamos una presentación traumática de una idiopática (1). Se desconocen los datos precisos en relación a incidencia y prevalencia pero se conoce que la forma idiopática representa menos del 1% del total de los desordenes no-traumáticos de la columna vertebral. Del mismo modo que cuándo hablábamos del Sd. del Desfiladero Torácico, observamos que son desordenes muy poco frecuentes en la población, pero bastante frecuentes en las consultas osteopáticas. Existe una asociación clara entre la presencia de coccigodínia y el sexo del paciente siendo el ratio de incidencia mujer/hombre de 5 a 1(1). Los adolescentes y los adultos son más propensos a sufrir coccigodínia que los niños (2). También se observa una clara relación con respecto al Índice de Masa Corporal (IMC). Existe una mayor afectación en mujeres con un IMC > 27,4 y en hombres con un IMC > 29,4 (3)
En la presentación aguda de la coccigodínia, la forma traumática (caída “de culo” o impacto directo en la zona) está presente en la mayoría de los casos. Otra causa etiológica es la derivada de microtraumas repetitivos asociados a una sedestación inadecuada. El ciclismo y los deportes de motor pueden predisponer a ellos (1). Dentro de las formas traumáticas, en la mujeres, el parto se convierte en otra fuente etiológica. La posición del cóccix es particularmente susceptible al trauma interno durante el parto, especialmente en aquellos dificultosos y/o instrumentados (2). Pese a que la mayoría de presentaciones se resuelven en semanas con el tratameinto conservador, algunos casos el dolor se cronifican y se vuelven muy discapacitantes (2). Este es un dato importante a tener en cuenta en el manejo clínico de estos pacientes ya que requerirá por parte del osteópata adoptar otras medidas terapéuticas más allá de las estrictamente manuales, pues en esta condición, influyen múltiples factores psicosociales. Otras causas menores incluyen procesos degenerativos articulares o discales, hiper o hipomovilidad de la articulación sacrococcígea, infecciones y variantes morfológicas del cóccix (2).
La clínica se caracteriza por dolor local que empeora con la sedestación, especialmente al reclinarse posteriormente estando sentado/a. También la bipedestación prolonagda y el paso de la sedestación a la bipedestación (1,2). Aparte de la exploración general y neurológica, la exploración física manual del cóccix es importante. La presencia o ausencia de dolor en la movilización del cóccix puede diferenciar entre un dolor nociceptivo originada en el cóccix y un dolor referido por estructuras muscluares, ligamentosas o patología de la zona pélvica inferior (importante descartar la presencia de tumores neurales en esta zona tales como Shwanomas, neurinomas, quistes aracnoidales o de cola de cavallo o quistes meníngeos sacrociccígeos). La maniobra de Valsalva puede resultar positiva en presencia de desordenes de las estructuras neurales y negativa en una implicación primaria del cóocix (1). El rango de movimiento normal (flexo-extensión) está entre los 2º y 25º (1) con una media sobre los 13º (2). Para entender la movilidad del cóccix es importante ver en detalle la anatomía articular de esta zona. El cóccix es una estructura triangular compuesta por entre 3 y 5 segmentos fusionados. El primer segmento posee un proceso articular rudimentario llamado córnua coccígea que se articula con la córnua sacra. El filum terminale (denominado ligamento coccígeo) se inserta en este primer segmento (2). En relación a la movilidad intracoccígea existe una gran variabilidad entre sujetos, desde la presencia de discos propiamente dichos entre los segmentos, hasta estructuras discales intermedias, articulaciones sinoviales y cambios fibróticos y quísticos (4). Entre los dos primeros segmentos, puede existir un rudimentario disco intervertebral que se convierte en una fuente potencial de hipermovilidad post-traumática (3).
Las radiografías, especialmente en el plano sagital, están indicadas sobretodo en los casos traumáticos. Con ellas descartamos la presencia de fracturas, cambios degenerativos o algunas masas. Las radiografías dinámica e incluso la resonancia magnética puede servir para el diagnóstico de hiper o hipomovilidad (2) si bien esto es algo fácilmente comprobable manualmente. Uno de los autores referentes en el campo del dolor coccígeo, Jean-Yves Maigne MD estandarizó el método para la correcta toma de estas radiografías (5) y existe una clasificación del tipo de cóccix basado en su presentación radiográfica, siendo algunos subtipos, más propensos que otros a sufrir dolor coccígeo (6)
En relación al tratamiento, existen pocos estudios experimentales controlados que demuestren la eficacia del tratamiento de la coccigodínia. La mayoría de tratamientos han sido evaluados en estudios retrospectivos (1). La mejor evidencia disponible nos informa de que la vía conservadora debe ser la primera elección, siendo exitosa en el 90% de los casos (2) e incluye la toma de antiinflamatorios orales, terapia manual, recomendaciones posturales, baños de agua caliente, uso de cojines e infiltraciones (7,8). La efectividad de las diferentes medidas terapéuticas conservadoras ha sido analizada recientemente (2013) en la primera revisión sistemática de este tipo publicada hasta la fecha (9). Howard et al reclutaron artículos entre 2002 y 2012 acerca del tratamiento de la coccigodínia y excluyeron aquellos en los que se empleaban intervenciones quirúrgicas. De 191 referencias identificadas, una vez aplicados los criterios de inclusión y exclusión se analizaron 7 (por parte de 6 revisores). De los 7 artículos solo 2 eran ensayos clínicos siendo los 5 restantes estudios observacionales. La evidencia que apoya las intervenciones tiene una calidad de moderada a baja y las recomendaciones realizadas (basadas en el sistema GRADE) son débiles hacia su uso y débiles en contra de su uso (9). Resumiendo, la información de la que disponemos a día de hoy para apoyar el uso de medidas conservadoras en el tratamiento de la coccigodínia es pobre y nos obliga a considerar su uso con cautela y valorando cuidadosamente otros elementos relevantes como las expectativas del paciente, factores psicosociales y las demás opciones terapéuticas no conservadoras.
La mayoría de pacientes que he tratado con esta afección acuden a la consulta pensando que existe una técnica correctiva específica a través de la cuál “ajustamos” el cóccix. Si bien esto es parcialmente cierto, es importante dejar claro que no es una técnica de manipulación articular al uso, puesto que esta no es una articulación convencional. La únión sacrococcígea no es una articulación sinovial con carillas articulares “ajustables” ni mucho menos las articulaciones intercoccígeas por lo que, según mi opinión, sería más apropiado hablar de movilización del cóccix y no de manipulación del mismo. Otro hecho que me gustaría desmentir es la necesidad de abordar el tratamiento del cóccix siempre a través de técnicas por vía intrarectal. La vía interna es extremadamente útil y necesaria en muchos de casos (especialmente los traumáticos) sin embargo, un buen número de pacientes mejoran con tratamiento por vía externa a través del trabajo manual sobre el suelo pélvico, las inserciones ligamentosas y musculares de sacro y cóccix, estiramiento de fascia toracolumbar, mejoras biomecánicas en zona lumbopélvica…etc. No obstante, si la vía externa fracasa, puede estar indicado valorar la interna.
Aunque las técnicas intrarectales llevan años practicándose no es hasta 2006 que se realiza el primer estudio controlado y prospectivo analizando su eficacia, como no, de la mano del Sr. Maigne (10). Se comparó el uso de la movilización coccígea intrarectal (con variedades según la modalidad de lesión presente) con un tratamiento control a base de electroterapia (onda corta), aplicado en el sacro, a modo de (discutible) placebo. La intervención por vía interna combinaba el masaje del elevador del ano, el estiramiento del mismo, técnicas de energía muscular y la movilización hacia extensión en caso de lesiones en flexión (10). Maigne describió sus técnicas en el 2001(11) y una revisión posterior (7) nos muestra algunas imágenes de su ejecución (Fig 1 y Fig 2). La conclusión es que el tratamiento manual intrarectal para el tratamiento de la coccigodínia crónica es efectivo si bien su efectividad es leve. La efectividad aumenta en las coccigodínias post-traumáticas, de reciente instauración y no asociadas a inestabilidad coccígea (hipermovilidad). La presencia de factores psicosociales tienen un efecto adverso en la efectividad del tratamiento (10). Revisiones posteriores refuerzan estos resultados considerando la terapia manual la mejor opción para tratar el dolor coccígeo crónico (1,7) si bien, otras revelan la falta de evidencia de calidad para poder ofrecer tales recomendaciones (9).
¿Y cuando el tratamiento conservador fracasa? Creo necesario aprovechar esta revisión bibliográfica para descubrir que nos dice la literatura acerca de los métodos no-manuales ya que a menudo somos preguntados por parte de los pacientes y, si informamos, es de recibo que esta información esté el máximo de contrastada. Primero es importante remarcar que dentro de las medidas conservadores, aparte de las técnicas manuales, existen otras técnicas tales como la fonoforesis, el TENS, la diatermia, las infiltraciones de esteroides, la proloterapia con dextrosa, la neurolisis química y la termocoagulación por radiofrecuencia del ganglio impar (9). La evidencia detrás de estas intervenciones es si cabe menor e incluso algunos autores consideran que algunas de estas intervenciones solo deben contemplarse para fines investigadores (1). Tanto la vía conservadora como la quirúrgica tiene sus propios éxitos y fracasos (7). Sin embargo, la conclusión generalizada es que la vía quirúrgica (escisión del cóccix) debe ser la última opción y solo valorada si el tratamiento conservador fracasa. Existe una evidencia limitada que apoye su uso (2) aunque hay algunas situaciones particulares dónde la indicación es mayor. Las indicaciones comprenden la subluxación radiográfica, la inestabilidad o la presencia de espículas o espinas especialmente en la punta de un cóccix inmóvil (8). No obstante, es un proceder generalmente no recomendado.
Mi experiencia personal con este tipo de presentaciones clínicas es muy dicotómica. El tratamiento osteopático me resulta altamente efectivo en algunos casos y altamente inefectivo en otros. Pero así, sin término medio. Por ello, antes de empezar el tratamiento expongo las posibilidades, tanto las terapéuticas, como las expectativas de pronóstico que deberíamos tener en caso de progresar favorablemente. Contrariamente a lo que dice la literatura en relación a la mayor prevalencia en sujetos con alto IMC, personalmente, el perfil más visto en consulta es el de una persona bastante delgada, con claro perfil ectomórfico. Generalmente veo casos crónicos, que ya han pasado por varios tratamientos. Esto supone pacientes que, por un lado, están muy cansados de ir de consulta en consulta pero, que por otro, aceptan bastante bien un abordaje distinto al realizado hasta el momento. En mi práctica clínica, los casos traumáticos que discurren con hipomovilidad en flexión sin subluxación radiográfica y las formas leves de coccigodínia pre y postparto son las que mejor me evolucionan. Por lo contrario, las formas idiopáticas (especialmente cóccix muy cortos en punta) y sobretodo los inestables (hipermóviles) suelen evolucionar(me) mal.
La coccigodínia es una de esas entidades clínicas de las que se habla poco. Afecta a una zona íntima de la persona y su presencia puede alterar aspectos importantes en la vida del paciente tales como su ritmo evacuatorio o su actividad sexual. Si además te espetan frases del tipo “Con ese cóccix, no podrás dar a luz de forma natural”, el condicionamiento y el catastrofismo asociado está asegurado. En un mundo en el que nos pasamos horas sentados, el dolor coccígeo puede llegar a ser un verdadero factor discapacitante y un depresor de la calidad de vida de los pacientes que lo sufren. Pese a la calidad limitada de la evidencia disponible, el tratamiento manual se posiciona como el “gold standard” para el tratamiento de estas afecciones. Una vez más, nuestra aportación es altamente relevante en una condición física de difícil resolución médica. Vale la pena conocerla a fondo. Vuestras aportaciones serán más que bienvenidas
REFERENCIAS
- Patijn J, Janssen M, Hayek S, Mekhail N, Van Zundert J, Van Kleef M. 14. Coccygodynia. Pain Pract. 2010 Nov;10(6):554–9.
- Lirette LS, Chaiban G, Tolba R, Eissa H. Coccydynia: an overview of the anatomy, etiology, and treatment of coccyx pain. Ochsner J. 2014;14(1):84–7.
- Maigne JY, Doursounian L, Chatellier G. Causes and mechanisms of common coccydynia: role of body mass index and coccygeal trauma. Spine. 2000.
- Maigne JY, Guedj S, Straus C. Idiopathic Coccygodynia Lateral Roentgenograms in the Sitting Position and Coccygeal Discography. Spine. 1994.
- Maigne JY, Tamalet B. Standardized radiologic protocol for the study of common coccygodynia and characteristics of the lesions observed in the sitting position. Clinical elements differentiating luxation, hypermobility, and normal mobility. Spine. 1996 Nov 15;21(22):2588–93.
- Postacchini F, Massobrio M. Idiopathic coccygodynia. Analysis of fifty-one operative cases and a radiographic study of the normal coccyx. J Bone Joint Surg Am. 1983 Oct;65(8):1116–24.
- Aggarwal A, Kumar S, Kumar D. Factors influencing the evaluation and management outcomes of coccygodynia: a literature review. J Back Musculoskelet Rehabil. 2013;26(2):105–15.
- Fogel GR, Cunningham PY, Esses SI. Coccygodynia: evaluation and management. J Am Acad Orthop Surg. 2004 Jan;12(1):49–54.
- Howard PD, Dolan AN, Falco AN, Holland BM, Wilkinson CF, Zink AM. A comparison of conservative interventions and their effectiveness for coccydynia: a systematic review. J Man Manip Ther. 2013 Nov;21(4):213–9.
- Maigne J-Y, Chatellier G, Faou ML, Archambeau M. The treatment of chronic coccydynia with intrarectal manipulation: a randomized controlled study. Spine. 2006 Aug 15;31(18):E621–7.
- Maigne JY, Chatellier G. Comparison of three manual coccydynia treatments: a pilot study. Spine. 2001 Oct 15;26(20):E479–83–discussionE484.
Estimado Gerard,
Muchas gracias por esta magnífica entrada. Me ha resultado muy interesante y te agradezco y valoro el esfuerzo que has hecho al hacer la revisión, como suele ocurrir en todas tus excelentes entradas.
Mi experiencia clínica personal es pequeña para esta condición. Recuerdo dos casos de coccigodínia de origen traumático que fueron bien con tratamiento conservador. Es una condición que me interesa especialmente, pues aunque hemos tratado pocas, es la de mayor índice de fracasos. Así, la mayoría de los que hemos visto son de origen idiopático, y en general sin ningún tipo de resultado, ni extra ni intracavitario (en la consulta tenemos un compañero con formación osteopática). El perfil era, como dices, mujeres muy delgaditas con hipermovilidad coccígea. No fuimos capaces de resolver la condición. A algunas les hemos hecho seguimiento teléfonico anual, después de derivarla a otros centros. Varias empeoraron después de un parto, en otras la remisión fue espontánea después de observar escrupulosas medidas de higiene ergonómica (cojines, etc). Es desconcertante.
Por último, me gustaría comentarte mi experiencia personal, como paciente, esta vez. A los 14 años sufrí una patada en la zona (era portero de fútbol, ya sabes, los que no valíamos para meter goles acabábamos bajo los palos) y a raiz de eso desarrollé una coccigodinia muy aguda. El informe de urgencias descartó fractura. En aquella época ni mis padres ni yo sabíamos que igual el cuadro era susceptible de mejora con osteopatía, fisio o algo de eso, así que el remedio que me dieron fue «wait and see». Me pasé casi año y medio sentado en un flotador, hasta que el cuadro remitió de manera espontánea. Lo recuerdo con bastante desagrado, pues inmaginate lo que puede suponer para un chico de 14 años no poder jugar, ni correr y aún encima andar sentado en clase con un flotador en plena adolescencia: aquel año no tuve, precisamente, mucho éxito con las chicas 😉
Bromas a parte, comento esto para recalcar el elevado grado de morbilidad de esta condición, que puede llegar a ser muy discapacitante. Muchas gracias Gerard por la excelente entrada. Nivelazo, as usual.
Un abrazo!
Eduardo
Gracias Eduardo por pasarte y comentar
La morbilidad y los factores psicosociales aparecen en casi toda la bibliografía que he leído. Casos como el tuyo son frecuentes para este tipo de pacientes y sin duda alguna debemos reflexionar sobre ellos e incorporarlos dentro de nuestro abordaje.
Sacas a relucir los casos de hipermovilidad. Muy recientemente he estado tratando uno. Una chica de 23 años, auxiliar de enfermería, que cayó sobre algún mueble bajo. Me llega a la consulta después de un año y medio con el problema y, a primera vista, se mantiene tan agudo como el primer día. La única diferencia es la tolerancia que ha desarrollado al dolor y la multitud de adaptaciones posturales que necesita para poder sentarse unos minutos o dormir. Después de 3 sesiones trabajando sin éxito sobre su área lumbopélvica por vía externa a la cuarta tratamos por vía interna confirmando el excesivo grado de movilidad tanto en flexión como en extensión. Uno de los artículos consultados (Lirette et al 2014) destaca la importancia de la estabilidad coccígea para poder aguantar normalmente y con ayuda del apoyo isquiático la posición de sedestación. Al no existir esa estabilidad y flexionar excesivamente el cóccix, el apoyo recae sobre la unión sacrococcígea sin ningún tipo de descarga por parte de la musculatura del suelo pélvico dando pie a la aparición de dolor. En estos casos, creo que la efectividad del abordaje manual es francamente baja. El problema es que tampoco que el abordaje quirúrgico tampoco ofrece muchas opciones. Tiene mala solución
Gracias por tu comentario
Un Saludo
Hola Gerard,
super interesante este post, ya que me pasa como muchos de vosotros que, tras haber visto varios casos de coccigodinia no soy capaz de sacar conclusiones sobre el éxito o no de las técnicas empleadas hasta ahora.
Pero en lo que si coincido es en la tipología de paciente que presenta estas coccigodínias que se resisten, chicas delgaditas y por lo general laxas.
Me ha llamado la atención la foto del post, más vale una imagen que mil palabras, y es que esa imagen resume muy bien la tipología de pacientes que me suelo encontrar. Mujeres con un coxis hipermóvil a la palpación pero que mecánicamente se mantiene rígido e inmóvil por un suelo pélvico tenso como la cuerda de la foto. Es decir, parece que el coxis presenta hipermovilidad en la exploración (a nivel pasivo) pero en el dia a dia (sea estática o dinámica) se comporta como una estructura fijada. Si bien en osteopatía buscamos la movilidad de todas las estructuras, no creo que en estos casos sea efectiva la tracción o mvbilización, sinó que habrá que ir a buscar una relajación y elastificacion de las estructuras blandas que se insertan en el coxis (que estaran hipersolicitadas por la laxitud que decimos que es característica de estas pacientes) y una posterior tonificación de la musculatura pélvica para que ésta nos sirva de estabilizadora.
Creo importante remarcar que podemos recomendar ejercicios de kegel (coayudados por hipopresivos o no) para reforzar esta musculatura, pero en estos casos deberíamos verificar CÓMO la paciente ejecuta estos ejercicios y sobretodo si esta contracción es SIMÉTRICA, ya que es frecuente encontrar asimetrías de fuerza de un lado y otro y esto mermaría la función estabilizadora que estamos buscando.
Me encuentro casi siempre este factor emocional que mencionas, Gerard, ya sea como factor «generador «de tensiones (el suelo pélvico tiene mucha implicación emocional y las mujeres somatizan mucho en esta zona) o ya sea como factor de «mantenimiento» de tensiones, pues sufrir dolor en esa zona genera amargura.
De alguna manera hay que cortar este bucle.
Grácias de nuevo por hacernos debatir un tema tan interesante y poco estudiado, y por hacer cercana la investigación.
Fins aviat
Gracias Anna por tu comentario. Sabiendo de tu experiencia en este campo te agradezco que te haya pasado por el Blog
Efectivamente, el patrón que comentas es otro de los posibles y, quizás, con un poco más de opciones de evolucionar satisfactoriamente si tal y como comentas reeducamos el suelo pélvico. Respecto a los ejercicios, me sorprendió en la revisión bibliográfica no encontrar mención alguna a ellos. De hecho, en una de las revisiones (Aggarwal et al 2013) hace mención a la falta de evidencia al respeto:
«While searching the databases for the coccyx related pain, it was found that the exercise therapy aspect is almost completely ignored in previous literature. We didn’t come across any study which focused on active exercise regimes to control the position of sacrum and coccyx in order to alleviate the pain and disability related to coccyx pain. Almost all interventions that we could found were passive mode to certain extent. Coccyx does provide attachments to many muscles and ligaments of pelvic floor group, therefore by training of these muscles to certain extent in meticulous way there can be expected some change in the magnitude and nature of the coccygodynia, however none of the study attempted to evaluate this aspect.»
Se abre pues aquí, una bonita e interesante opción investigadora, no realizada hasta el momento y con una hipótesis plausible de base…..te animas? No siempre es fácil identificar los vacíos de conocimiento.
Gracias por aportar tu experiencia
Un Saludo
Hola Gerard,
Sí, es triste que a estas alturas no se hable de los ejercicios de kegel más que para tonificar la musculatura en el post parto. Falta mucha información sobre su papel como musculatura estabilizadora.
Yo no tengo mucha experiéncia ni conocimiento ni me he dedicado a investigar sobre la cuestión, pero te quería recomendar la acupuntura para tu paciente, ya que esta terapia sí que tienen éxito en tratamientos del DOLOR (aquí sí que hay base científica).
Existe un meridiano (Du Mai) que, aunque nace en el útero en la mujer y en el riñon en el hombre, se hace exterior a nivel del punto que existe entre coxis y ano. Desde ahí asciende por la línia media de la espalda.
Te voy a dejar escrito un párrafo del libro de Rahda Thambirajah (pionera de la acupuntura fuera de China con más de 50 años de experiéncia en este mundo) que me ha hecho pensar en la tipología de pacientes que hablamos que sufren este dolor coccigeo.
No sé si para quienes no teneis formación en medicina china tiene mucho sentido leerlo así, pero realmente a mi me ha hecho pensar en estas pacientes que sufren tanto dolor.
«Du Mai es el meridiano que posee más yang. Se utiliza principalmente en todos los problemas centrales a nivel de la espalda (dolores de espalda y nuca, inflamaciones coxis, escoliosis y cifosis).
La postura de la espalda viene determinada por el yang del Du Mai. En caso de falta de Yang, los pacientes están e corvados, como en la osteoporosis, la depresión y el Parkinson. A causa de ello, se producen dolores y alteraciones de los órganos internos ya que se comprimen. Posibles síntomas pueden ser el asma, la sensación de plenitud del estómago, reflujo gástrico y eructos ácidos, o palpitaciones y angina de pecho».
Otros autores hablan de tratamiento en otros puntos o meridianos (algunos justo en el meridiano opuesto, Ren Mai).
No hay mucho consenso entre escuelas…
Sea como fuere estoy segura que la acupuntura puede ser una terapia coadyuvante a tu tratamiento de osteopatía, para reducir su dolor.
Un abrazo.
Gracias Anna por tu nuevo comentario
La verdad es que mi desconocimiento sobre la acupuntura es absoluto. No obstante varios de mis pacientes comentan su eficacia en la reducción del dolor, especialmente el dolor agudo. Gracias por el consejo!
Un Saludo
Hola. Sufro de coxigodinia desde hace 5meses. Tengo hipermovilidad de coxis y no quiero ser operada, me podría aconsejar tratamientos efectivos distintos a la electroterapia.
Gracias y un saludo
Hola Lorea
Antes de intervenir debes agotar las posibilidades conservadoras. En el post he mencionado las que conozco si bien solo puedo hablarte con propiedad de las intervenciones manuales. Tal como comento en la entrada el cóccix hipermovil es, según mi experiencia personal, el que más dificultades pone a la recuperación. Sin embargo dependiendo de algunos factores (origen traumático o no) y el relativo poco tiempo que hace que sufres el problema te animaría sin duda a probar con tratamiento osteopático. Si necesitas referencias de algún Osteópata en tu zona, mánadame un mensaje a través del formulario de contacto (https://osteobcn.wordpress.com/about/) y te paso alguna contacto
Un Saludo
Hola. Mi dolor de coxis ha sido causado por el embarazo. A los 4 meses de gestación comencé a sentir molestias al sentarme y al levantarme. Fueron volviéndose cada vez más dolorosas. Visité a tres traumatólogos y me ofrecieron pocas soluciones. El tratamiento con un fisioterapeuta parecía tener poco éxito. Me aplicaba ultrasonidos en la zona. Así que finalmente me compré u cojín especial para el coxis (cuadrangular con un hueco para no apoyar el coxis). Así hr sobrellevado el dolor durante el resto del embarazo, conla confianza de que desaparecería tras dar a luz, como me decían los médicos. Hoy, hace 11 días que di a luz y el dolor es insoportable. Me afecta incluso emocionalmente, ya que no se añade a todos los pormenores del postparto. Pienso que jamás desaparecerá el dolor, y ni el cojín me da alivio ya. Estoy totalmente desesperada por encontrar un remedio, una vura a este dolor. Quisiera que me aconsejara qué hacer, dónde acudir, si existen otras formas de aliviar el dolor… Muchas gravias y espero su respuesta. Un salufo
Hola Ana, gracias por tu comentario
Si te parece bien, contactame personalmente a través del formulario de contacto e intento orientarte. Me ayudaría saber en que localidad vives por si pudiera recomendarte alguien. Puede acceder al formulario aquí
Un Saludo
Otro post súper completo sobre la Coccigodínia. Gran trabajo!
Hola tengo una hija de 15 años, hace 5 años sufría de un dolor intenso de coxis dijeron que tenía un quiste luego que no y después de varios rx y dos resonancias diagnosticaron que se le había inflamado la membrana que cubre el coxis y solo le enviaron reposo absoluto y estuvo un años sin poder hacer ningún deporte después de 5 años le ha vuelto el dolor le han hecho unos rx y ahora nos dicen que tiene la terminación del coxis en forma de C como un garfio y que eso al sentarse le genera más presión y por ello el dolor, algo que nunca nos mencionaron cuando le apareció por primera vez el dolor. En las radiografías se ve que es así, mi duda es si eso realmente puede ser causante de de dolor y si hay alguna manera de Ali aliviar y tener una vida más normal (ella no quiere dejar de hacer deporte )
Hola Saby gracias por tu comentario
Efectivamente, según como sea la forma del coccix o la unión sacro-coccígea puede comportar que en algunas posiciones se ejerza mayor presión en la zona produciendo dolor. Sin embargo, no veo porque eso debería impedir la actividad deportiva a no ser que ella haga algun deporte en el que se ejerza presión en la zona (remo o hípica). En cualquier caso, si nunca ha realizado tratamiento para este problema, vale la pena poderla valorar y tratar la zona en busca de alivio. Vaya por delante que el tratamiento no persigue cambiar la forma de estas estructuras (eso no es posible) sino mejorar su movilidad y rebajar la tensión del tejido de alrededor.
Un Saludo